noviembre 14, 2024

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El Hospital Provincial Arístides Fiallo Cabral, inaugurado el 24 de octubre de 1950 en la época de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, se encuentra actualmente en un estado alarmante de deterioro y abandono.

A pesar de haber cumplido recientemente 74 años, este centro hospitalario de segundo nivel continúa sufriendo deficiencias estructurales y operativas graves, las cuales ponen en riesgo la vida y la salud de sus pacientes.

En 2021, el Servicio Nacional de Salud (SNS) contrató una serie de obras de ampliación y remodelación para el hospital, pero los avances son prácticamente invisibles. El estado actual del hospital expone la falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos, además de revelar problemas de fondo en el sistema de salud dominicano.

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La promesa incumplida de remodelación

En septiembre de 2021, el SNS lanzó el proceso de licitación SNS-CCC-LPN-2021-0014, asignando más de 76 millones de pesos para la renovación del Hospital Provincial Arístides Fiallo Cabral. Sin embargo, dos años después, las mejoras prometidas son imperceptibles.

Las constructoras adjudicadas, Indecon SRL y De Peña y Sánchez SRL, recibieron 42 millones y 32 millones de pesos, respectivamente, para la remodelación y construcción de nuevos pabellones. A pesar de esta millonaria inversión, las condiciones del hospital no han mejorado, lo cual deja en evidencia una alarmante falta de fiscalización en el uso de los fondos públicos.

 

Condiciones críticas: Un hospital sin recursos ni equipo adecuado

La precariedad del hospital es evidente desde su área de emergencia, donde los pacientes deben soportar la falta de ventilación, apenas mitigada por abanicos en mal estado, y el hacinamiento en salas pequeñas, adecuadas quizás hace 70 años, pero inaceptables hoy en día.

Los recursos básicos son escasos o inexistentes: no hay tanques de oxígeno de manera constante, y el suero se cuelga de ganchos oxidados.

La situación se agrava en el área de laboratorio, donde la contaminación es extrema.

Los análisis de sangre y otras pruebas se realizan en un ambiente donde el polvo, la suciedad en las paredes y techos, y la maquinaria obsoleta son parte del día a día. No parece un laboratorio moderno, sino un almacén de desperdicios, lleno de equipos dañados que permanecen allí como un triste testimonio de lo que alguna vez fue un hospital funcional.

Carencias que ponen vidas en riesgo

La escasez de equipos médicos es otro factor que compromete la seguridad de los pacientes. El hospital carece de desfibriladores, máquinas de ecocardiografía, y equipos para reanimación, imprescindibles en situaciones de emergencia. La única sala de cirugía existente es obsoleta y carece de los aparatos básicos para procedimientos seguros.

El área de radiografía cuenta con una máquina anticuada de la época de Trujillo, y los pocos equipos móviles se dañaron debido a negligencias como dejarlos expuestos a la intemperie.

La falta de ambulancias y de una planta eléctrica operativa agrava la situación; el hospital solía contar con dos ambulancias que desaparecieron tras un cambio de gobierno, y la planta eléctrica a menudo funciona sin gasolina.

La contaminación como enemigo invisible

La falta de limpieza y los altos niveles de contaminación hospitalaria también representan una amenaza. Las condiciones insalubres han causado enfermedades en pacientes y personal médico, lo que subraya la falta de medidas de bioseguridad adecuadas. Este factor no solo empeora el estado de salud de quienes buscan atención médica, sino que pone en riesgo la vida de los trabajadores de salud que enfrentan estas condiciones adversas diariamente.

Dirección sin respuesta y falta de transparencia

La dirección del hospital ha cambiado de manos varias veces en los últimos años, con algunos directores que han renunciado por impotencia ante la situación y otros acusados de corrupción.

La actual directora, la Dra. Juana Cueto Florentino, tiene solo dos meses en el cargo, y al ser convocada por la periodista Nuria Piera, para una entrevista, se ausentó , argumentando una emergencia en su consulta privada. Esta situación refleja la falta de compromiso y la priorización de intereses personales sobre el servicio público.

Aunque el hospital debería contar con un presupuesto detallado en la página del SNS, la información disponible es escasa y confusa. Se estima que en 2021, el hospital recibió un presupuesto de apenas 1,400 millones de pesos, una cifra insuficiente para un centro de salud de esta magnitud.

Según la nómina publicada, el hospital cuenta con un total de 284 empleados fijos con un presupuesto de solo 13,313 pesos, lo cual es insuficiente para cubrir las necesidades del personal.

La situación del Hospital Provincial Arístides Fiallo Cabral es insostenible. A pesar de las promesas de remodelación y los recursos asignados, las mejoras siguen siendo inexistentes. El SNS indica que la remozamiento de este hospital, estará listo para el primer trimestre del 2025.

Esta crisis en la infraestructura hospitalaria no solo refleja una falta de responsabilidad en el uso de los fondos públicos, sino que también expone la vulnerabilidad del sistema de salud dominicano, en el cual los pacientes más necesitados son quienes sufren las consecuencias. A menos que se tomen medidas urgentes y efectivas, el hospital seguirá siendo un lugar donde el riesgo de muerte por falta de recursos y negligencia es tan real como las enfermedades que debería tratar.

Por: Itzel Olivo



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